Antes de los 1900, hablar de salud mental era impensable. En aquellos tiempos, la idea de que alguien pudiera sufrir de depresión, ansiedad o estrés simplemente no era posible. Todo era blanco o negro. Sin embargo, a medida que avanzamos hacia la actualidad, hemos experimentado una notable evolución en nuestra comprensión y aceptación de la salud mental.
Figuras influyentes como Sigmund Freud, considerado el padre del psicoanálisis, y Carl Jung, pionero en el campo de la psicología analítica, fueron algunos de los primeros en explorar y hablar abiertamente sobre los procesos mentales y emocionales. Sus contribuciones sentaron las bases para una comprensión más profunda de nuestra psique y crearon el camino para futuros avances en el campo de la salud mental.
Asimismo, muchas personas, desde diversas áreas como la ciencia, las humanidades, los descubrimientos científicos y la literatura, han contribuido a cambiar la percepción polarizada de la salud mental. Entre ellos se encuentran Viktor Frankl, con su enfoque en la búsqueda de sentido en la vida (libro que recomiendo a ojos cerrados) , y Virginia Satir, pionera en terapia familiar y comunicación interpersonal. Sus aportes han permitido que la sociedad comience a reconocer la profundidad de nuestra mente, comprendiendo que no se trata simplemente de estar bien o estar mal.
Sin embargo, a pesar de estos avances, las estructuras sociales, las diferencias económicas y los conflictos han contribuido a estigmatizar aún más la salud mental. Esta estigmatización ha obstaculizado el acceso a la ayuda y ha mantenido el sufrimiento de quienes la necesitan. Por este motivo, es crucial abordar estos problemas para crear una sociedad más comprensiva y solidaria con respecto a la salud mental, desde la empatía y la aceptación.
Desde mi punto de vista, siento que la tecnología y la comunicación han desempeñado un papel fundamental en este proceso de cambio. Gracias a ellas, hemos podido acceder a diversas herramientas milenarias que promueven el bienestar emocional, como el yoga, la meditación, el heartfulness y otras prácticas y culturas. Estas herramientas, religiones, costumbres o prácticas no solo nos brindan alivio, sino que también nos ayudan a cambiar nuestra percepción hacia la búsqueda de ayuda psicológica, energética mental o emocional.
Por eso, hoy más que nunca, es importante reconocer que todos somos responsables de nuestro bienestar emocional y nuestra salud mental. Desde lo que consumimos en términos de alimentos y medios de comunicación, hasta las relaciones interpersonales que cultivamos, cada elección que hacemos tiene un impacto en nuestro bienestar emocional.
¡Somos un universo lleno de estrellas que son finalmente la suma de nuestros traumas, miedos, dones y experiencias! Sí, entre la luz y la sombra somos un hermoso universo.